Foto de Cristobal Medina Ramos tocando un cuatro puertorriqueño.

El año pasado fue Tío Claudio; hace unos meses fue Titi Tata; mucho antes que eso fueron Tío David, Tío Paquito, Tío Pedro, Titi Santa, Titi Lela, Tío Francisco, y me perdonan los que no mencione pues la pena y los años me opacan la memoria. Perder los seres queridos siempre es difícil, sobre todo cuando te encuentras “alejado” y provienes de una familia donde todos nos criamos “cerca”; una familia donde tíos y tías fueron y son figuras fundamentales en mi vida.

Esta semana le tocó el turno a Tío Cristóbal y por coincidencia nos tocó despedirlo el día en que mi calendario le dió otra vuelta al sol. Así que te despediré de manera sencilla: gracias.

Gracias Tió Cristóbal por haberme regalado mi primer cuatro; por siempre tener un catre listo cuando te visitábamos de niños; por dejarme usar tu TransAm para llevar a pasear “la jeva” cuando yo era apenas un chamaquito; por prestarnos la piscina cada vez que se nos ocurría un jolgorio o simplemente queríamos darnos un chapuzón; y gracias por el día que me hiciste levantar a las cuatro de la mañana para no llegar tarde al aeropuerto cuando en realidad el vuelo salía a las tres de la tarde.

Gracias por ser un gran tío, pero gracias también por haber sido un amigo.

Gracias por tu corazón generoso que siempre daba sin pedir nada a cambio. Gracias por tu ejemplo de lucha. Gracias por compartir tu vida y tu gran sentido del humor con todos nosotros. Gracias por siempre tratar de hacernos reír.

¡Coño, que mucho te vamos a extrañar!

¡Que los acordes del cuatro te acompañen en este viaje!

Con amor, tu sobrino el Cano.

Buen viaje