Cada semestre comparto con mis estudiantes un TedTalk del abogado de derechos civiles Bryan Stevenson. En él Stevenson hace una declaración que cada vez cobra más relevancia. En los Estados Unidos el antónimo de justicia no es injusticia; lo opuesto a la justicia se llama pobreza.
La sentencia leniente que acaban de adjudicarle al magnate Paul Manafort pone de manifiesto esta cruda realidad. Si usted es de tez clara y posee furtuna, el sistema de justicia lo tratará mucho mejor que si su piel es oscura y posee pocos recursos. Siempre habrá excepciones, pero esa es la norma.
En una nota publicada en The Atlantic el ex-fiscal federal Ken White argumenta que el sistema de justicia norteamericano está diseñado para favorecer a individuos como Manafort. Dice White:
- El Departamento de Justicia de EU provee más recursos para investigar crímenes de “cuello azul” (drogas, armas, inmigración, etc.) que para investigar crímenes de “cuello blanco”.
- Los fiscales poseen un poder enorme para decidir a quién le radican cargos criminales. No sólo esto, también determinan cómo se presentan esos cargos.
- El Congreso ha otorgado a los jueces poder para dar oportunidades a criminales de cuello blanco como Manafort, cosa que no ocurre en otras categorías. En ciertos delitos que involucran drogas, las sentencias federales mandatorias son de 40 años. Más de la mitad de este tipo de ofensor federal recibe la sentencia mandatoria.
- En muchos crímenes de cuello blanco las sentencias son sugeridas y no mandatorias.
- El dinero no compra la justicia, pero puede pagar una defensa más robusta.
- Finalmente, los jueces son humanos y los prejuicios y el racismo también juegan un papel predominante en la administración de la justicia.
Un aspecto que White no menciona es la corrupción política. Quienes escriben y aprueban las leyes son mayoritariamente hombres blancos que son influenciados y financiados por las mismas personas que se benefician de esta “justicia”. Mientras no se apruebe una reforma para el financiamiento de las campañas políticas no podremos siquiera soñar con un verdadero sistema justo, imparcial y equitativo.