Jamie, te fuiste sin despedirte. Y en cierto modo te entiendo. Porque se que no es fácil decirle adiós a los seres que amas.
Dedicaste tu vida a servirle a Dios y a tus semejantes. Caiste y te levantaste. Más de tres veces. Pero con tu ejemplo y tu palabra nos enseñaste que el verdadero mensaje de Cristo consiste en amar, aceptar y perdonar. Solo espero que el bien que hiciste en este mundo lo disfrutes dondequiera que te encuentres.
Algunos te recordarán como el Padre Jamie. Por mi parte, te recordaré y te llevaré en mi corazón como el primo, el amigo y el hermano que fuiste. Siempre estaré orgulloso de ti.
Que descanses en paz.
Jamie y Cano en un momento de alegría.
SIN DESPEDIRTE