Buscaba palabras para expresar la frustración que siento al ver el mundo embalado en un caos absoluto como resultado del COVID-19. ¡Tanta muerte y tanto dolor!
El vivir en EEUU me produjo al principio lo que ahora confirmo era un falso sentido de seguridad. La nación “más poderosa y rica” del mundo sería incapaz de fallarle a sus ciudadanos en un momento tan crucial. Pero el país con mayor capacidad para destruir enemigos fue incapaz de protegernos de un adversario microscópico. ¡Tanta incompetencia y tanta ineptitud!
Quizás la mejor descripción del caos en “América” durante la pandemia del COVID-19 la leí en la revista The Atlantic:
This was the American landscape that lay open to the virus: in prosperous cities, a class of globally connected desk workers dependent on a class of precarious and invisible service workers; in the countryside, decaying communities in revolt against the modern world; on social media, mutual hatred and endless vituperation among different camps; in the economy, even with full employment, a large and growing gap between triumphant capital and beleaguered labor; in Washington, an empty government led by a con man and his intellectually bankrupt party; around the country, a mood of cynical exhaustion, with no vision of a shared identity or future.
George Packer for The Atlantic