Estamos bien, me dijo mi vieja. Después de dos meses dándose baños de palangana con no sé cuantos tornillos en su espalda. Estamos bien. Alumbrándose con lámparas y quinqués porque es casi prohibitivo seguir comprando dísel para la plantita. Estamos bien. Después de marcar el teléfono infinidad de veces para poder “conversar” por tres o cuatro minutos. No te preocupes, estamos bien.

Entiendo. Hay que ser optimista. Enfoquémonos en lo positivo. No podemos ser mercaderes del desasosiego. El problema es que mientras los tiranos del pensamiento positivo patrocinan la negación, la salud física y mental de nuestro pueblo se sigue deteriorando. No diga que usted está bien cuando la realidad es que no lo está. Y si usted es de quienes critican a otros cuando maniefiestan sus frustraciones y exigen desagravios, tenga cuidado. Usted podría estar transformándose en un “bully” del muy contraproducente positivismo ficticio.

¿Estamos bien?